Mi infancia está rodeada de color verde y flores de todos colores y aromas, pero sobre todo de color amarillo y hierba mojada.
Me crié en una parcela, o mas bien de lo que quedaba de "Santo Domingo", una casa grande y amarilla, de pizarreños grises y chimenea de ladrillos rojos. Con una "Flor de la Pluma" en la entrada de la casa, claveles en la jardinera y su embaldosado rojo.
Así recuerdo mi casa, olorosa a peonía y a pino, a claveles y rosas, sabrosa de paltas y damascos. de moras y frambuesas, de uvas negras, rosadas y blancas, de grandes granadas y de brevas gordas y deliciosas.
Mi memoria viaja dentro de recuerdos llenos de aromas y colores. Tenía un pedacito de campo dentro de la ciudad, vivíamos solos, con él único horizonte de potreros con caballos, vacas y burros.
En ese campo dentro de la ciudad era feliz.
Hoy, mi campo goza de una horrible visual. Casas "llavero", de segundo piso, con gente que es indiferente, y que lo mas importante es demostrar quien tiene más, o quien tiene el mejor.
Mi paraíso está en peligro, sus árboles se mueren sin el agua natural de acequia. El agua de la llave no es suficiente ni la mejor. Mis frambuesas y las moras ya murieron, y los paltos agonizan en el patio, las peonías sucumbieron ante la resequedad del jardín, y las parras ya estan viejas, y hasta sus frutos envejecen con ellas.
A pesar de todo, mi campo en la ciudad, continua vivo en mi memoria, y cada vez que miro hacia afuera y veo lo que el tiempo y la ciudad le han hecho a mi paraíso, recurro a las imágenes grabadas en mi mente a fuego, para ver nacer, en mi jardín, todo lo que hoy ha desaparecido.
miércoles, 26 de septiembre de 2007
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