He de pedir disculpas a todos mis lectores por el vacio mental que me agarró este último tiempo, pues he tenido ocupada mi agenda lo cual produjo el abandono momentaneo de este lugar tan ameno y extraño.
Bueno, el tema que hoy extenderé por este medio, trata de cuando mi vida como persona con una capacidad normal de sueño, mutó en una persona con escasas horas de sueño y con una responsabilidad que definitivamente, no puedo dejar para mañana.
Hace 4 años, me levanté, como todos los días normales de una embarazada a término...ávida de un servicio higiénico para menguar la horrible sensación de ballena con problemas de retención de agua. Al levantar mi enorme y embarazada humanidad de la cama, descubro que, me corre por las piernas mucho líquido...y teniendo en cuenta que el acto de aguantar mis excresiones estaba haciendo efecto, deduje que ESO...no era lo que había estado aguantando.
Menuda sorpresa....se me había roto la bolsa de agua y por consiguiente tendría que ir al Hospital...aunque de trabajo de parto no había ninguna señal.
Partimos con mi madre, después de hacer los llamados pertinentes (a mi pareja) al mencionado Hospital. Allá me hicieron los peritajes correspondientes (cosas demasiado incomodas como para estar publicandolas en este espacio) y me mandaron a la sala de preparto. Después de sufrir un devastador intento de la matrona de ponerme el suero (terminé con los brazos morados) me explicaron que tendrían que inducirme el parto, con ocitocina, que produce las bienaventuras contracciones.
Estamos hablando de como las 10:30 de la mañana.
Cerca de las 02:00 de la tarde, tenia que ser revisada por la matrona...a estas alturas, la ocitocina estaba matandome de dolor, pues habían empezado las constracciones.
Ese día...fue el más largo de toda mi vida (salvo cuando tuve el ataque a la vesicula, pero ese es otro cuento). Quizás los dolores retrasaban el paso del tiempo...quien sabe.
A las 05:00 de la tarde, deberia tener una nueva revision, a fin de saber si estaba dilatando, o si tendría una visita amistosa con el bisturí y fuera víctima de una cesárea. Sin embargo cuando llegó el momento, la persona encargada no tuvo mucho tino...y sus maniobras me provocaron tanto dolor como la peor de las contracciones. Estuve aguanto el dolor por una hora...tratando orgullosa de que el dolor no se notara mucho, sin embargo, a las 06:30, el asunto ya me superó y llamaron a la "Profesional", quien, después de controlarme, ordenó que enviaran al anestesista para aplicar la epidural (Santa Epidural!) que me produjo la sensacion mas placentera de paz. Pero también, después de esa hermosas sensacion, vino otra...la del pujo. Santo dios!, pensé. ya viene! .
Volando llegamos a la sala de parto, donde en un dos por tres y cuatro pujos, llegó al mundo mi hermoso hijo, mi sangre, mis ojos, mi luz.
Pero, en vez de ser como enla televisión, sentí un hooror espantoso, al ver que después de salir al mundo, permaneciía en silencio y quieto. Cuando lo pusieron sobre mi vientr, solo vi su espalda, blanca y quieta...intenté tocarlo, pero lo sacaron y se lo llevaron a otra sala.
No sé si producto de la anestesia comencé a sentirme que estaba pegada al techo...no me sentía muy conciente, salvo que escuchaba cada palabra que al otro extremo de mi cuerpo llegaba hilada de alguna conversación.
Temiendo que le hubierse pasado algo, esperaba que alguien me dijeraque pasaba, pero no habia nadie...en un momento, quizás después de 10 minutos, una hora o quizás 60 segundos, entro una persona, que me preguntó si mi hijo tenia nombre...que habia pesado 2.760 gms. y que medía 46,5 cms. Y ahí, en ese momento..dejé de flotar en el techo.
Sin ambargo quería mas información y después de llevarme a la sala de recuperación donde hice vida social con otras ex-embarazadas, y buscando de tanto en tanto a un doctor a quien preguntar por mi retoño. al ver al doctor, le hice señas para que se acercara...y él, solo me dijo: "SU HIJO ESTA MUY BIEN, AHORA DUERMA, PORQUE SERÁ SU ULTIMA NOCHE QUE PODRA DORMIRLA COMPLETA"
Y aunque el doctor tuvo razón, y jamás he vuelto a tener una noche descansada y reparadora, la vida me cambió, porque mi principe verde, de ojitos redondos y cabello parado, me ha llenado la vida con puro amor...amor del bueno, de ese que es sin interés...de ese amor que sólo pueden dar los hijos..amor incondicional, del que te regala un abrazo porque sí, y te envuelve con besos por que le da la gana.
Mi Vida Cambió...pero no para mal...si no para mejor.!